“Ella no podía
desarrollar nunca más sus capacidades motrices, el tiro que le propinaron en la
cabeza, le ocasionó muerte cerebral”, comentaba el médico José Luis Botero a su
entrevistador mientras le relataba la triste y desconsolada historia de
Jessica, una joven de la comuna 13, quien en un enfrentamiento entre dos pandillas
de su barrio fue alcanzada por una bala
perdida.
El doctor José Luis
se paraba al frente de la cama de aquella mujer, le chequeaba los signos
vitales como todos los días, observaba a la familia de la paciente, que como de
costumbre estaban puntuales a diario para asistir al horario de visitas. A pesar de que vivían demasiado lejos del hospital Pablo Tobón Uribe, cada mañana
regresaban con las mismas esperanzas de encontrar a Jessica despierta o con
cualquier indicio de que se estaba recuperando.
Al salir de la
habitación, el rostro del médico estaba descompuesto, miró al entrevistador y
las palabras de su boca salieron con rabia y sufrimiento: “Es absurdo que una
familia tan pobre esté sacrificando tantas cosas por mantener a su hija en este
hospital, aun sabiendo que ella no se recuperará jamás, aferrándose a esas
falsas esperanzas cuando ya no hay vuelta atrás”.
Este doctor como
muchos otros en Colombia está de acuerdo con el derecho a morir dignamente, y
es uno de los pioneros en las campañas y manifestaciones a favor de legalizar
la eutanasia en este país.
El doctor Botero
indignado por los procesos que se realizan en nuestro país, afirma que el
congreso en Colombia lleva ya mucho tiempo estudiando este tema, y ésta es la
hora donde existen demasiados pacientes no viviendo, sino existiendo
biológicamente y el gobierno no les tiene
ninguna respuesta.
Resignado concluye
diciendo: “Solo el tiempo acabará con su limbo, solo el tiempo acabará con su
penuria, pero tendrán que esperar largo tiempo, para salir de este letargo,
para salir de este sueño; porque aunque quiero, mis manos están atadas y no
puedo liberarlos de su tortura”.
Viviana Marcela Ruiz Ruiz.
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