lunes, 3 de junio de 2013

"Procedimiento" a seguir impuesto por el Estado. (Perfil)

La señora Chantal Sébire era una maestra francesa retirada que dedicaba su tiempo libre a estar con su familia y descansar. Un merecido descanso, ya que dedicó la mayor parte de su vida a la educación. La profesión que le permitió salir adelante, la profesión que eligió para cumplir un papel importante y aportante a la sociedad. Un día cualquiera, descubrió que tenía una enfermedad que causa millones de muertes en el mundo por año, una enfermedad impredecible en algunos casos y letal. 

Chantal descubrió que era una portadora más en el mundo de cáncer. Lastimosamente no era cualquier tipo de cáncer, éste es definido con el nombre de  estesioneuroblastoma , una enfermedad muy poco frecuente, tanto así, que solo se habían registrado 200 casos en todo el mundo en los últimos 20 años. Esta enfermedad causa un gran abultamiento en las fosas nasales de las personas, además de esto, se expande a tal punto que sobre sale y desfigura el rostro.

Pero ¿por qué a ella? Esto no tiene respuesta, simplemente la enfermedad le da a cualquiera, sin  distinguir sexo, edad, raza, cultura o nacionalidad. Esta humilde y luchadora maestra que todo lo que hacía era por un bien común y pasó su tiempo laboral enseñando y educando a los estudiantes como lo ordena su profesión. Ella no se quedó solamente haciéndose preguntas. 

Decidió luchar, trató de buscar personas, médicos y lugares que la pudieran ayudar. Lastimosamente esta enfermedad es incurable. Lo que para los médicos era un caso muy extraño pero sin solución, para ella era defender su vida y luchar hasta más no poder. Pasó siete años de su vida luchando contra esta enfermedad, y contra todas sus secuelas, hasta que por fin lo comprendió.  No tenía la más mínima esperanza de remediar esta situación.

Aceptó que la enfermedad que padecía era su destino y no había ninguna oportunidad para sobrevivir, en los siete años en los que luchó por su tratamiento, perdió los sentidos de la vista, el gusto y el olfato, y no solo eso, también quedó con un rostro desfigurado e irreconocible. Ahora no tenía ningún sentido “vivir” porque eso no era ninguna vida. Tomó la decisión de pedirle al personal médico que atendía sus problemas de salud que terminaran con su sufrimiento. 

Esta petición fue denegada. El centro de salud no podía realizar este proceso de quitar una vida porque por ley esto no es permitido. Y ahora otro problema más para la vida de esta pobre mujer de avanzada edad. Si no podía tener un tratamiento o una esperanza de curar su enfermedad, ahora tampoco tenía un tiempo definido de sufrimiento y debía estar obligada a vivir. Algo paradójico porque una vida en esta situación no era algo digno para un ser humano.


Chantal  no bajó la cabeza, siguió insistiendo y luchó sin ningún miedo o impedimento. Pudo haber perdido su sentido del olfato, la vista, y el gusto, pero jamás su lucha por la justicia y sus derechos. Morir debe ser un derecho y una decisión autónoma de cada persona. 

Esta luchadora mujer fue reconocida porque logró paralizar al país sobre el tema de la eutanasia como una muerte digna y un procedimiento permitido para lograr que las personas dejen de padecer un constante sufrimiento físico y moral. Logró enviar una carta al presidente de su momento de Fracia (Nicolas Sarkozy) pidiéndole que autorizara este procedimiento médico para por fin poder descansar y dejar de padecer un tormento de vida como la que estaba pasando. 

El 17 de marzo de 2008, el tribunal francés, prohibió esta posibilidad. Un Estado y unas leyes que se suponen que deben ser en pro de la vida y los derechos humanos, toman este tipo de decisiones. El caso de Chantal Sébire no es muy diferente al de miles de personas que están sentenciadas por el Estado a una vida de incesante sufrimiento y de padecer cada segundo de su vida, un dolor y una pena moral hasta el día que su cuerpo no soporte más. 

A los dos días de recibir esta respuesta de parte de los mandatarios del país, Chantal Sébire decidió terminar con este tormento para ella y para su familia, porque a nadie más le importaba todo lo que estaba padeciendo. Tomó la decisión de suicidarse, tomó una dosis excesiva de "Barbitúrico" (Sedantes para el sistema nervioso que usados en exceso causan la muerte completa del mismo) y terminó con su “vida”.


Una marea de indignación y repudio cayó en los hombros de los jefes de Estado de este país. Éste y miles de casos más ocurren en todo el mundo cada día. ¿Por qué estamos obligados a padecer una enfermedad terminal en caso de portarla? ¿Por qué una ley hace que vivir sea un derecho pero no sea un derecho morir? Estar postrado en una cama o inmóvil durante el resto de la vida no es un modo ”humano” de tratar a una persona.

Ésta fue la única manera que el gobierno de Francia cedió y logro aprobar por lo menos, la eutanasia "en situaciones excepcionales", un gran paso para este país en el respeto por los derechos de cada persona. Ahora ¿cuantas personas nos toca esperar a que mueran para permitir la eutanasia en el mundo?


Dile sí al derecho a una muerte digna, dile sí a la eutanasia. 


Alejandro Arboleda Hoyos.

Congreso colombiano hunde proyecto de ley que pretendía reglamentar la eutanasia

Un proyecto de ley que buscaba reglamentar la eutanasia en Colombia, aprobado en octubre del año pasado por la comisión primera del Senado, fracasó debido a la imposibilidad de cumplir con los plazos previstos, denunció el jueves su autor.

El senador oficialista Armando Benedetti culpó directamente al presidente del Senado, Roy Barreras, su copartidario en el partido de La U, por el fracaso de la iniciativa.

"Tendría que ir al segundo debate (en la plenaria del Senado), pero ya está muerto por los términos (plazos), luego (de que) el senador Roy Barreras no le da garantías nunca a las minorías ni a los proyectos que representan a las minorías", dijo Benedetti a la prensa.

Una asistente del senador Benedetti explicó que el proyecto ya no tiene posibilidad de que la plenaria del Senado lo apruebe debido a que la presente legislatura concluye el próximo 16 de junio.

"Pese a que el proyecto tiene carácter estatutario, que le otorga prioridad en el trámite, por términos de tiempo legislativo ya se hundió", puntualizó.

El proyecto, que en la comisión había sido aprobado por diez votos contra cuatro, establece que la eutanasia sólo podrá ser aplicada en "caso de enfermedad grave sin cura o cerebral que haya dejado a la persona en estado de inconsciencia".

La iniciativa, denominado "Terminación de la vida de una forma digna y humana y asistencia al suicidio", aún tenía que sortear tres debates más en el bicameral Congreso.

El proyecto respondía a una sentencia de la Corte Constitucional (garante de la Carta Magna), que en 1997 pidió al Congreso reglamentarla.

A raíz de esa sentencia, actualmente en Colombia los médicos no son objeto de una conducta punible penalmente si a petición expresa del paciente le practica la eutanasia, a lo que se opone firmemente la Iglesia católica con gran influencia den el país.

Cerca del 80% de los colombianos son católicos, según la Conferencia Episcopal.

El proyecto establece la "figura de petición de eutanasia por instrucción previa", para lo cual una persona debe firmar un documento en tal sentido ante notario con mínimo de cinco años de antelación a que haya perdido la capacidad para expresar su voluntad, según explicó Benedetti al presentarlo al Congreso.

Fuente: http://www.ntn24.com/noticias/ley-que-pretende-la-90188

¿Acaso ha llegado el final?

Te miras al espejo y ya no te reconoces, el tiempo acaba de pasarte la cuenta de cobro y la desesperación irónicamente espera pacientemente en la puerta para abrirse paso en tu corazón. La esperanza te ha abandonado, los pasos que das ya están contados; la muerte te aguarda silenciosamente a la espera de que la luz, que todavía irradias se extinga.

Miras hacia atrás, y tu conciencia te juzga por haber desaprovechado cada oportunidad que alguna vez tuviste, y que hoy más que nunca desearías haberla tomado. Lloras incansablemente, porque eres consiente que aunque atrases el reloj mil veces, el tiempo seguirá corriendo en tu contra, que aunque ores día tras día a tu santo de devoción, ya no existe la más remota posibilidad de que ocurra un milagro que pueda salvarte de tu dolor.

Miras a tu alrededor y observas cada uno de los rostros de tus seres queridos, y te odias a ti mismo por no poder tener más tiempo junto a ellos, porque tal vez ya no verás crecer a tus hijos, porque ya no podrás apreciar a tu esposa cada mañana, porque ya no podrás salir con tus amigos, ni visitar a tu madre, porque sabes que los pocos momentos que te quedan son para despedirte.

Duermes cada noche con el miedo incesante de saber si podrás vivir un día más; aceptas tu condición, porque sabes que aunque luches no podrás sanar una enfermedad terminal, porque aunque quisieras tomar la salida más fácil que acabe con todos los dolores que deterioran tu cuerpo poco a poco, sabes que no te lo permiten.

Solo te queda esperar pacientemente a que Dios se apiade de ti y decida que ya es hora de morir, pero mientras tanto tienes que hacerle frente a tu condición de enfermo, aguantando cada fase de tu enfermedad, cada dolor, cada espasmo, cada desgarre, porque en este mundo no tienes derecho a morir dignamente, tienes derecho a sufrir hasta el final.



Viviana Ruiz Ruiz.

Ni en el más allá, ni en el más acá… (Artículo de opinión)

Vivimos en una inmensa incertidumbre, aunque en Colombia  la eutanasia fue autorizada por la Corte Constitucional desde 1997, aún no hay una ley estatutaria que fije los parámetros para adelantar dicho proceso, como quien dice estamos condenados a vivir en el limbo de la incertidumbre, conectados a unos tubos y obligados a “existir” con un cable que está pegado de una máquina, donde técnicamente se está vivo, pero prácticamente muerto. Si vivir es un derecho innegociable, ¿por qué morir también no puede serlo? si la enfermedad es terminal, ¿para qué seguir sufriendo en vida?

Los seres humanos estamos diseñados para ser felices, por instinto el ser humano huye de todo lo que cause dolor y sufrimiento. La medicina moderna dispone de avanzados medios para prolongar la vida de las personas, incluso en situación de grave deterioro físico; pero también se dan casos en los que se producen agonías interminables, que únicamente prolongan y aumentan la degradación de la persona. En estos casos, la legislación debería permitir que una persona decidiera, voluntaria y libremente, ser ayudada a morir. Ésta sería una muerte digna, porque sería la expresión final de una vida digna.

Pero el derecho a morir dignamente se ve truncado por la fe y las creencias impuestas por la religión, que a lo largo de los años no han hecho más que entorpecer los procesos y los avances de la ciencia. La aceptación social de la eutanasia depende de la separación entre creencias y realidades y responde a un verdadero sentimiento de compasión hacia el que sufre y no tiene remedio.


Una muerte lenta y dolorosa, un cuerpo degradándose con el paso de las horas son mucho más inhumanos que una muerte dulce y rápida. Todos tenemos derecho a morir dignamente, el suicida,  el anciano que, ya no quieren vivir por diferentes motivos físicos o mentales, porque para ellos la vida que llevan no es digna. Una vida digna no significa solamente respira, la vida deja de ser digna cuando alguien tiene una enfermedad degenerativa incurable, cuando ya no se ve ningún sentido por ésta o hay  intenso dolor y científicamente no se va a salvar, esas personas pueden determinar que la vida ha dejado de ser digna y pedir morir de una manera digna.

Melissa Puerta

¡Radio Autista!

Trabajo radial, debate sobre la eutanasia.


domingo, 2 de junio de 2013

LA EUTANASIA: UN PROBLEMA DE IDEOLOGIAS (Texto argumentativo)

Actualmente, nos hemos dado cuenta de que surgen demasiados conflictos y desacuerdos con un tema como la eutanasia, esto sucede a raíz de la constante lucha entre la ciencia y la religión, y como ambas se han tomado el derecho dentro de nuestras vidas de calificar lo que es bueno o malo, lo que es pecado, delito, libertinaje o simplemente juzgando lo que hacemos por convicción propia.

El derecho a morir dignamente no es una salida o un escape de nuestros problemas de la manera más sencilla, como suele sentenciar los dogmas de la iglesia, sino que por el contrario es la decisión más difícil que se puede llegar a tomar en la vida, porque estamos eligiendo terminar tal vez con nuestro sufrimiento, con nuestro dolor, con nuestra existencia y sobre todo con la angustia incesante de nuestros seres queridos.

¿Pero sinceramente consideramos que la eutanasia debería ser utilizada como una herramienta dentro del campo de la medicina? O ¿simplemente es un método inhumano, que ni siquiera debería ser una opción para escapar de los problemas?
Desde siempre, los médicos han participado en la toma de decisiones sobre el fin de la vida y actualmente es común suspender o no aplicar tratamientos en determinados casos, aunque esto lleve a la muerte del paciente. Sin embargo, a veces los médicos deciden por su propia voluntad si el paciente debe morir o no y provocan su muerte, rápida y sin dolor. Es lo que se conoce como eutanasia agresiva. Normalmente la eutanasia se lleva a cabo con el conocimiento y aprobación de los familiares o seres allegados al paciente.

En medicina, el respeto a la autonomía de la persona y los derechos de los pacientes son tenidos en cuenta cada vez más, dentro de la toma de decisiones médicas.
En un contexto jurídico, la eutanasia se encuentra despenalizada en muchos lugares y en diferentes situaciones, por lo que este derecho debería asegurar los mecanismos para regular el acceso de los pacientes interesados a este método; que cumplan unos requisitos especificados legalmente; así como la transparencia de los procedimientos.
La sociedad basa su fundamentación  jurídica en la protección de los derechos humanos. En este sentido, cada enfermo tiene derecho a decidir, y a elegir, sobre los asuntos que pertenecen a un mundo tan privado como su cuerpo; y en raíz de esto, decidir cómo quiere seguir o no seguir viviendo.

Los argumentos en contra inciden dentro de muchos aspectos de la vida humana, como por ejemplo la defensa de su dignidad independientemente de las condiciones de vida o la voluntad de la persona implicada, y las repercusiones sociales de desconfianza que podría conllevar la eutanasia.

La Asociación Médica Mundial considera contrarios a la ética y condena tanto el suicidio con ayuda médica como la eutanasia, recomendando a sus profesionales utilizar en vez de este método, cuidados paliativos (son las atenciones, cuidados, tratamientos médicos y tratamientos farmacológicos que se dan a los enfermos en fase avanzada y enfermedad terminal con el objetivo de mejorar su calidad de vida y conseguir que el enfermo esté sin dolor).

La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Esto no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad.

En muchos casos se han revelado que médicos han admitido haber causado o acelerado la muerte del paciente sin que éste lo pidiera, por diferentes razones, desde la imposibilidad de tratar el dolor, la falta de calidad de vida o por el hecho de que tardara en morir.

La posición de la iglesia sentencia tanto la eutanasia como el suicidio asistido; ya que para ellos el hombre no tiene derecho a alterar la naturaleza humana ni el desarrollo de la misma, interfiriendo de esta manera con los designios de Dios.

Este tema tan controversial no puede ser definido entre lo bueno y lo malo, entre lo legal o lo ilegal, entre lo humano y lo inhumano, sino que por el contrario cada persona  con sus propios criterios y autonomía, tiene la capacidad de elegir lo más idóneo para el desarrollo de su vida.

Viviana Ruiz Ruiz