lunes, 3 de junio de 2013

¿Acaso ha llegado el final?

Te miras al espejo y ya no te reconoces, el tiempo acaba de pasarte la cuenta de cobro y la desesperación irónicamente espera pacientemente en la puerta para abrirse paso en tu corazón. La esperanza te ha abandonado, los pasos que das ya están contados; la muerte te aguarda silenciosamente a la espera de que la luz, que todavía irradias se extinga.

Miras hacia atrás, y tu conciencia te juzga por haber desaprovechado cada oportunidad que alguna vez tuviste, y que hoy más que nunca desearías haberla tomado. Lloras incansablemente, porque eres consiente que aunque atrases el reloj mil veces, el tiempo seguirá corriendo en tu contra, que aunque ores día tras día a tu santo de devoción, ya no existe la más remota posibilidad de que ocurra un milagro que pueda salvarte de tu dolor.

Miras a tu alrededor y observas cada uno de los rostros de tus seres queridos, y te odias a ti mismo por no poder tener más tiempo junto a ellos, porque tal vez ya no verás crecer a tus hijos, porque ya no podrás apreciar a tu esposa cada mañana, porque ya no podrás salir con tus amigos, ni visitar a tu madre, porque sabes que los pocos momentos que te quedan son para despedirte.

Duermes cada noche con el miedo incesante de saber si podrás vivir un día más; aceptas tu condición, porque sabes que aunque luches no podrás sanar una enfermedad terminal, porque aunque quisieras tomar la salida más fácil que acabe con todos los dolores que deterioran tu cuerpo poco a poco, sabes que no te lo permiten.

Solo te queda esperar pacientemente a que Dios se apiade de ti y decida que ya es hora de morir, pero mientras tanto tienes que hacerle frente a tu condición de enfermo, aguantando cada fase de tu enfermedad, cada dolor, cada espasmo, cada desgarre, porque en este mundo no tienes derecho a morir dignamente, tienes derecho a sufrir hasta el final.



Viviana Ruiz Ruiz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario